jueves, 13 de septiembre de 2007

Story Board

En el preciso momento en que Hahasiah se disponía a asumir sus actos cometidos en la tierra, muchas de las personas a las que él había visto antes y conocía en cierta forma su historia de vida, ya no estarán más residiendo en este mundo. En las manos de Hahasiah estaba la sentencia mortal de cada una de estas personas. Y él sólo tenía dos caminos a los cuales recurrir, pero por desgracia el camino que eligió se encontraba manchado por la sangre de inocentes y él lo sabía. Por eso, mientras Hahasiah caminaba entre la hierba que seguía el camino hacia su juicio celestial él podía observar claramente desde ese lugar cómo el cielo no paraba de teñirse de rojo.

Si todos los seres humanos tienen su destino marcado y han venido al mundo a cumplir una misión, por qué los ángeles no.

Hace mucho tiempo Hahasiah era muy feliz compartiendo sus aventuras y recorridos a lo largo de sus misiones con Aniette, un ángel hermosísimo de cabellos dorados con la cual compartía su mismo amor e interés por la vida de los seres humanos. Siempre se preguntaban qué tipo de persona serían y como vivirían su vida si fuesen humanos. Este sentimiento fue lo que hizo que mantuvieran una relación estrecha y siempre buscaban estar juntos mientras cumplían con sus misiones.

Pero un día en el que todo estaba escrito Aniette decidió romper su pacto celestial para poder salvar la vida de una niña en el preciso momento cuando ésta estaba jugando en los maderos de la vía del ferrocarril y su pie se quedó atorado en uno de ellos y el sonido del ferrocarril estaba cerca pasar por ahí. Aniette se desesperó tanto que decidió ella misma socorrer a la niña y ayudarla con todas sus fuerzas a sacar su piececito de entre los maderos. Cuando salieron de esta complicación fue que Aniette se dio cuenta en realidad de lo que había ocurrido y que esto ya no tenía vuelta atrás por eso su destino de ahora en adelante era ser una mujer más en el mundo y olvidarse de Hahasiah para siempre. Sus consecuencias las vivió en carne propia porque aunque salvó una vida que apenas estaba dando sus primeros pasos, ella era la que ahora vivía el karma de prestar su alma en otros cuerpos que estaban destinados a morir trágicamente.

Por desgracia después de lo sucedido Aniette no fue la única afectada en esta historia, Hahasiah también quedo marcado desde el momento en que vio cómo su amor perdió sus alas y se apartó de su mundo por salvar la vida de un ser humano que tarde o temprano moriría en algún momento.

La marca de Hahasiah quedó tan profunda en su ser que su destino de ahora en adelante sería el de proteger a su amada las veces que fuera necesario para que ella no muriera trágicamente como debía ser sino que pudiera descansar de su condena y pudiera tener un lugar entre los demás ángeles de nuevo.

Muchas veces Hahasiah intentó salvar a Aniette de una muerte trágica pero los diferentes obstáculos impidieron que él pudiera ejercer acción alguna sobre ese destino marcado. Era casi imposible pensar que Hahasiah pudiera volver a encontrarse con Aniette como lo hacían antes, pero él tenía la esperanza de que en algún momento la volvería a encontrar y esta vez no la dejaría morir bajo ningunas condiciones.

Después de muchos intentos fallidos Hahasiah pudo encontrar a Aniette como una chica joven de veinticinco años, intelectual, única en el mundo y con una vida normal pero con algunas dificultades debido a su discapacidad en la escucha. Aunque en esta ocasión Aniette ya no era su nombre Hahasiah siempre quiso recordarla así para no olvidar todos los recuerdos que tenía con ella que eran su más preciado tesoro. Aunque Aniette entendía el mundo en que vivía siempre tenía recuerdos de imágenes trágicas de otras personas que nunca había conocido, pero que ella sentía que tenía una especie de relación con estas personas.

Hahasiah aunque se sentía un poco más tranquilo de poder haber encontrado a Aniette no estaba muy seguro de lo que le podría pasar, todavía sentía ese temor de volverla a perder y que la alejaran de nuevo de su corazón.

Fue entonces cuando Aniette un día cualquiera debía ir al banco central a retirar un dinero de la pensión que mensualmente le llegaba a su madre que ya no podía caminar por lo vieja que estaba. Cuando en ese momento después de una larga espera debido a la cantidad de gente que había en el banco entraron unos asaltantes a robar el banco con armas de fuego y con mascaras que tapaban sus rostros. Fue en ese momento cuando Hahasiah se le vinieron a la mente todas las imágenes de las antiguas muertes por las que había pasado Aniette y que no la dejaban descansar en paz.

Los minutos que pasaron los ladrones en el banco parecían horas mientras atacaban a las personas y las obligaban a hacer lo que ellos pedían. Para Aniette era muy confuso entender lo que los asaltantes ya que debido a su discapacidad sólo podía entender a las personas mirándolas a los ojos y leyendo sus labios. Pero como ella no podía hacer esto, se limitaba a seguir los comportamientos de las demás personas. Aniette lo único que podía hacer era observar a las personas acostadas en el piso con las manos en la cabeza y al frente de ella una niña que no sabía claramente lo que sucedía y que lo único que hacía era jugar con una pelota. Los asaltantes exigieron a todas las personas quedarse quietas hasta que ellos se fueran y que si llegaran a hacer algún movimiento alguien saldría herido de ahí. Mientras eso sucedía, Hahasiah observaba a todas esas personas que en algún momento había visto antes.

Entre bote y bote de la pelota de la niña el reloj iba marcando los segundos en que transcurría el asalto y las personas se desesperaban aun más. Cuando de pronto pareciese que el reloj se detuvo cuando la niña se levantó a recoger la pelota que se le fue de sus manos y uno de los asaltantes volteó su arma apuntando a la niña y preparado para disparar. La gente asustada se alarmó de lo que sucedía, pero Aniette preocupada por la niña se paró a abrazarla para cubrirla con su cuerpo y que no le pasara nada. Hahasiah al ver lo que estaba sucediendo saltó sobre Aniette en el momento en que el asaltante disparo sin pensarlo y por el azar de las demás personas. Lo único que se observo en el lugar fue que Aniette y la niña quedaron rezagadas en un lugar seguro del banco mientras se escuchaban los disparos de las armas de los asaltantes y algunas de los guardias de seguridad que estaban presentes. Al finalizar este trágico acontecimiento sólo quedó un ambiente sórdido manchado de rojo y con unas plumas doradas que quedaron en el suelo. Marcando de nuevo el destino de un ángel que sólo podía esperar el momento del juicio.

1 comentario:

Estructuras Narrativas dijo...

Hermes, la historia es bellísima, sobre todo la parte del asalto al banco, pero creo que debes repensar lo de la niña porque es demasiado similar a lo de Tan lejos, tan cerca.